sâmbătă, 5 ianuarie 2013


Traducea poate fi apostilata (supralegalizata) si fara ca documentul original sa fie apostilat deoarece reprezinta doua certificari/autentificari diferite, birou traduceri legalizate Apostila de pe documentul original autentifica actul original, stampilele si semnaturile de pe acesta (aceasta procedura se realizeaza la prefectura). Legalizarea traducerii reprezinta autentificarea semnaturii si stampilei traducatorului (aceasta procedura sa realizeaza la un birou notarial). Apostilarea/supralegalizarea traducerii reprezinta autentificarea semnaturii si stampilei notarului care a legalizat traducerea (aceasta procedura se realizeaza la camera notarilor). Actele de studiu (emise in Romania) au nevoie de o stampila de la Centrul National de Recunoastere si Echivalare a Diplomelor pentru a putea fi apostilate la prefectura.

No me pise la cola

No me pise la cola. No me pise la cola, que la tengo larga y encima no la depilé lo suficiente. Si le hablo a usted querido, ¿porque se hace el idiota? Bueno habría que ver porque mi departamento esta hecho un desastre, hace meses que mi monja ni aparece y tengo ratas colgándose de la araña del techo. Ni hablar de los 30 cm. de agua que bañan mis pisos cual pántano cenagoso de las tierras sureñas del Bayou. Es que dejé, una noche sin luna, mis ojos prendidos y lagrimas fluyeron de ellos, lagrimas miles, desescalando mi cara hasta humedecer la alfombra. Ahora que esta aquí le pido, por favor, no repare en mis piernas cortas y asimetricas y evite prestarle toda atención a los enanos que excavan en mi baño, no haga caso de sus palabras ofensivas, porque son presos de un odio que va mas alla de lo humano, de lo terrestre, quizas de lo divino. Haga caso omiso por favor de la estela roja que dejo a mi paso, pues me desangro en todos mis frentes. Es un vicio que acarreo de años y no planeo desistir de ello solo por hacerle agradable la visita a usted. Ni mas, ni menos que un viejo sillón desvencijado. Si, eso es. ¿Que porque no ha de sentarse? pues usted mismo lo ha observado: ese sillón tiene la costumbre de escupir a la gente. Bueno, a veces se le da por servir te y gallinitas, pero ¿que puedo hacer yo con un sillón impredecible y un departamento jolgorioso?

siempre

Miro por la ventana y ahi esta el otra vez, siempre con esas ganas endemoniadas de abofetearme. Veo sangrar mi nariz en sus ojos mientras se acerca a la puerta, y siento esa vena que se hincha, que crece en mi frente. Siempre se repite la misma escena, salgo para pedirle que me entienda, que recapacite, trato de que vea otras posibilidades y justo ahi entre... ¡PAF! viene la cachetada, dura, pareja, llena de intención, y yo lleno de verguenza vuelvo sobre mis pasos, cierro la puerta y comienzo a escribir.

ritual que no logro concebir mi vida

¿Y que si hoy, en vez de ofrecer la otra mejilla como siempre, me paro ante la adversidad, enfrento el dilema y le voy una buena tunda a mi atacante? ¿Porque no hacer de este día, uno de liberación, donde rompo aquel circulo vicioso que me apresa y me lanzó al vacío de eso que no es la nada pero si la mas absoluta incertidumbre? ¿O es quizás, que me apego tanto a este ritual que no logro concebir mi vida sin ese ojo morado y la absoluta certeza de que tarde o temprano, eventualmente, lograré escribir algo medio decente gracias al ímpetu asesino de mi agresor? Quizás, sea hoy ese día. O quizás no.

La bofetada salvaje

Esta mañana pasé por la proveeduría del pueblo, compré algunos viveres y me senté en la galería del establecimiento a dejar pasar las horas. Habían pasado no mas de cuatro minutos cuando se apareció ante mi el salvaje, aquel indio bruto que todas las mañanas me abofeteaba ante la puerta de mi casa. Me paré de repente y lo miré. El me sonrió amablemente y siguió su camino.

Muerte Roja, Natasha, ernesto y yo


Muerte Roja subió a su Chevrolet verde del 56´, luego de varios intentos encendió el motor, victima del tiempo y el mal uso, y avanzó por la Avenida de las Almas Perdidas hacia el centro de la ciudad.

Mi cigarrillo ardía desganado, una pitada ocasional lo alejaba violentamente del despropósito, mientras tanto Natasha bailaba alegremente con el viento que entraba por las ventanas rotas del verano anterior, ernesto estaba sentado a mi lado, cabizbajo y dubitativo, sumido en una pena ajena al mundo real, abatido y nauseabundo. Traqueteaban sus dedos sobre los brazos peludos del sillón, este reía a carjadas; las cosquillas no son fáciles de soportar para un sillón de brazos peludos.
Casi como poseído ernesto se levantó de su asiento, se erigió sobre el suelo como una montaña de acero, erecta y rígida. Formo una "O" con sus brazos de hojalata, uniendo sus pulgares y volvió a sentarse, perdiendo nuevamente la mirada en el horizonte de su propio ser.

El camión verde pasó a toda velocidad un semáforo en rojo y dobló en la Calle de las Cenizas, perdiendo el paragolpes trasero en la maniobra. Muerte Roja prendió un cigarrillo mientras buscaba un número escrito en su libreta de direcciones: "17".

Natasha prendió un sahumerio de esos que se prenden bajo el agua y lo puso en la bañadera, ernesto seguia acariciando el sillón, haciendole cosquillas deliberadamente, yo mientras tanto me ahogaba en un oceano de brandy hasta que soñó el timbre. Abrió ernesto y dijo:

- ¡Hola! te esperabamos -

El timbre seguía soñando, se había quedado trabado en una fase profunda de la realidad onírica. Muerte Roja lo alejó de toda duda, devolviendole de un golpe toda su consciencia toda.

- Permiso... - respondió Muerte Roja.

Se metió en el departamento llevando su mano a la cintura, a su pistola calibre 22, desenfundó y apuntó a la cara de ernesto.

- ¡UN SEGUNDO! UN MOMENTITO... ¿no podría ser Natasha la primera? no sabes como le gustan estas cosas. ¡Hasta se ha verstido para la ocasión!

- SI SI SI SI SI - gritó Natasha

Muerte Roja hizo una mueca, puso el ojo sobre Natasha y disparó. Su cara se contrajo como una flor que vuelve a ser capullo. Todo por el balazo. Yo estaba detras del sillón, su risa me delató y de súbito me encontré delante del cañon del revolver.

- ¡NO NO NO NO, ahora me toca a mi! ¡Esto debe ser así! - gritó ernesto desesperado. Muerte Roja, sin ningún preambulo hizo puntería con su pecho, una a una las descargas se hundieron en el corazon de ernesto, 1, 2, 3, 4. Se desplomó como un fiambre que cuelga en la horca. Si, existen esos lugares en los que se dedican a colgar fiambres. Muerte Roja me miró a los ojos, clavó su profunda mirada en mi vientre como buscando una respuesta.

- Gracias... - dije yo - Ya no los soportaba -
POSTED BY SLAVES & BULLDOZERS AT 5:11 PM 3 COMMENTS
SUNDAY, JULY 08, 2007

La bofetada salvaje
Capitulo 3

Esta mañana pasé por la proveeduría del pueblo, compré algunos viveres y me senté en la galería del establecimiento a dejar pasar las horas. Habían pasado no mas de cuatro minutos cuando se apareció ante mi el salvaje, aquel indio bruto que todas las mañanas me abofeteaba ante la puerta de mi casa. Me paré de repente y lo miré. El me sonrió amablemente y siguió su camino.