sâmbătă, 5 ianuarie 2013

La bofetada salvaje

Esta mañana pasé por la proveeduría del pueblo, compré algunos viveres y me senté en la galería del establecimiento a dejar pasar las horas. Habían pasado no mas de cuatro minutos cuando se apareció ante mi el salvaje, aquel indio bruto que todas las mañanas me abofeteaba ante la puerta de mi casa. Me paré de repente y lo miré. El me sonrió amablemente y siguió su camino.

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