sâmbătă, 5 ianuarie 2013

Muerte Roja, Natasha, ernesto y yo


Muerte Roja subió a su Chevrolet verde del 56´, luego de varios intentos encendió el motor, victima del tiempo y el mal uso, y avanzó por la Avenida de las Almas Perdidas hacia el centro de la ciudad.

Mi cigarrillo ardía desganado, una pitada ocasional lo alejaba violentamente del despropósito, mientras tanto Natasha bailaba alegremente con el viento que entraba por las ventanas rotas del verano anterior, ernesto estaba sentado a mi lado, cabizbajo y dubitativo, sumido en una pena ajena al mundo real, abatido y nauseabundo. Traqueteaban sus dedos sobre los brazos peludos del sillón, este reía a carjadas; las cosquillas no son fáciles de soportar para un sillón de brazos peludos.
Casi como poseído ernesto se levantó de su asiento, se erigió sobre el suelo como una montaña de acero, erecta y rígida. Formo una "O" con sus brazos de hojalata, uniendo sus pulgares y volvió a sentarse, perdiendo nuevamente la mirada en el horizonte de su propio ser.

El camión verde pasó a toda velocidad un semáforo en rojo y dobló en la Calle de las Cenizas, perdiendo el paragolpes trasero en la maniobra. Muerte Roja prendió un cigarrillo mientras buscaba un número escrito en su libreta de direcciones: "17".

Natasha prendió un sahumerio de esos que se prenden bajo el agua y lo puso en la bañadera, ernesto seguia acariciando el sillón, haciendole cosquillas deliberadamente, yo mientras tanto me ahogaba en un oceano de brandy hasta que soñó el timbre. Abrió ernesto y dijo:

- ¡Hola! te esperabamos -

El timbre seguía soñando, se había quedado trabado en una fase profunda de la realidad onírica. Muerte Roja lo alejó de toda duda, devolviendole de un golpe toda su consciencia toda.

- Permiso... - respondió Muerte Roja.

Se metió en el departamento llevando su mano a la cintura, a su pistola calibre 22, desenfundó y apuntó a la cara de ernesto.

- ¡UN SEGUNDO! UN MOMENTITO... ¿no podría ser Natasha la primera? no sabes como le gustan estas cosas. ¡Hasta se ha verstido para la ocasión!

- SI SI SI SI SI - gritó Natasha

Muerte Roja hizo una mueca, puso el ojo sobre Natasha y disparó. Su cara se contrajo como una flor que vuelve a ser capullo. Todo por el balazo. Yo estaba detras del sillón, su risa me delató y de súbito me encontré delante del cañon del revolver.

- ¡NO NO NO NO, ahora me toca a mi! ¡Esto debe ser así! - gritó ernesto desesperado. Muerte Roja, sin ningún preambulo hizo puntería con su pecho, una a una las descargas se hundieron en el corazon de ernesto, 1, 2, 3, 4. Se desplomó como un fiambre que cuelga en la horca. Si, existen esos lugares en los que se dedican a colgar fiambres. Muerte Roja me miró a los ojos, clavó su profunda mirada en mi vientre como buscando una respuesta.

- Gracias... - dije yo - Ya no los soportaba -
POSTED BY SLAVES & BULLDOZERS AT 5:11 PM 3 COMMENTS
SUNDAY, JULY 08, 2007

La bofetada salvaje
Capitulo 3

Esta mañana pasé por la proveeduría del pueblo, compré algunos viveres y me senté en la galería del establecimiento a dejar pasar las horas. Habían pasado no mas de cuatro minutos cuando se apareció ante mi el salvaje, aquel indio bruto que todas las mañanas me abofeteaba ante la puerta de mi casa. Me paré de repente y lo miré. El me sonrió amablemente y siguió su camino.

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